miércoles, 12 de agosto de 2009

YO, TÚ Y LAS DEMÁS (extracto)

Siempre le dije a Lolichi, desde el primer día, que el local donde se había instalado, estaba un poco arrinconado. Buena calle pero mala ubicación. Con tantas ocupaciones no había pasado a verla en muchas semanas y cuando lo hice, no me llevé la mejor impresión que digamos. El comercio era ordinario y soso, con sus paredes blancas y sus estanterías metálicas lacadas de rojo luchando por poner una nota de color que se perdía en la inmensidad de lo corriente.

La propietaria me sorprendió nada más entrar, con un abrazo desmesurado. Luego nos achuchamos y nos intercambiamos los piropos de rigor.

- Dios santo, Cayetana, estás guapísima- jaleó Lolichi dando vueltas a mi alrededor-, como la Pretty Woman. No, mejor, mucho mejor, infinitamente mejor…
- ¿Te parece?- repuse coquetuela.
- Ni punto de comparación con la chiquilla tímida del Beauty. Te estás convirtiendo en toda una mujer de brillo- me apretó los hombros con alegría-. Bueno, ¿qué me dices de mi negocio?

Yo paseé los ojos por el techo.

- No está mal… ¿Cómo te va? ¿Vendes mucho?

Su expresión se ensombreció.

- Bueeeeeeno… No me quejo-pausa-. Sí me quejo- la miré boquiabierta-. No sé si acabaré cerrando.
- ¿Y volver al Beauty?
- Eso mismo.
- ¿Con la zorra de Pili y compañía?- me llevé las manos a la cabeza.
- No me queda otra, los alquileres en esta zona son prohibitivos y mis artículos no son muy caros. Para colmo de males, no entra casi nadie a la tienda- reconoció cabizbaja.

Tomé las riendas del asuntillo. No iba a permitir que mi amiga del alma volviese a ese antro de serpientes con el rabo entre las piernas.

- Analicemos Lolichi. Empezando por el nombre del local… Perdona que te diga pero ¿Cómo se te ocurre llamarle “Las cositas de Loli”?
- ¿No te gusta?- se sorprendió con inocencia.
- Nada de nada y lo peor, nadie de este barrio en su sano juicio cruzará esa puerta- la señalé con el dedo extendido-, mientras esto siga llamándose “Las cositas de Loli”.
- Pues no entiendo por qué- se lamentó con un suspiro entrecortado.
- Porque desentona con el ambiente, este es un barrio de postín, nena. Vamos a llamarle… simplemente… “Lola Benítez”- hice un ademán con las manos figurándome el rótulo a la entrada.
- ¿Lola Benítez?- puso cara de lenguado.
- Sí, “Lola Benítez”.
- ¿Y ya está?
- Y ya está ¿Qué más quieres?

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