miércoles, 19 de mayo de 2010

EL UNIVERSO FEMENINO


El mundo de la feminidad es un coto cerrado, vedado por incomprensible a esos seres altos y con bigote (o achaparrados y calvos como mi señor padre), que llamamos compañeros. Su cerebro no es mejor ni peor, sólo distinto. ¿Acaso es mejor una pera que una manzana? Y cómo nos frustramos cuando esperamos una reacción típicamente femenina en ellos. Solemos recurrir al consabido “yo nunca lo haría” o “yo le habría consolado/ayudado/comprendido”. Chicas, chicas, chicas… ellos no son una de nosotras y de continuar empeñadas en cambiarle el género a un cerebro que no distingue el color fucsia del magenta (para ellos se trata únicamente de… ¿rosa? ¿rojo raro?), acumularemos tantas decepciones que dejaremos de creer en la pareja.
Lo dicho. Cuando precises de consejo, pasa de tu novio y búscate una amiga sensata. O insensata, según el asunto a tratar. Pero no pretendas que el olmo te dé peras.
Algún día haré una película acerca de esto, el universo de las mujeres. Lo infinitamente poderosas que seríamos si en lugar de apuñalarnos por la espalda y hacernos la puñeta las unas a las otras, nos uniésemos a defendernos como leonas.

¿Todavía no nos ha explicado nadie que pasó la era de las cavernas, cuando la subsistencia de la especie empujaba a la mujer a luchar por conseguir y conservar su macho? Era el único modo de quedarse preñada y perpetuar la familia. Y luego había que asegurarse que el troglodita en cuestión cazase para nosotras y nuestros hijos en lugar de ir tonteando por ahí, regalando trozos de mamut a hembras despendoladas y calenturientas. Ya en esa época perdimos las mujeres el sentido de la solidaridad, para aprender a coger a la rival y desmoñarla. Una pena.

(Reflexión de Olivia de Talier en "Un féretro en el tocador de señoras")

viernes, 14 de mayo de 2010

VIVO SIN VIVIR EN MI: PERDIDOS

Eso, lo dicho. Que vivo sin vivir en mi y es que no se puede ser más cipotona y desgraciada, que tras tropocientos mil capítulos de "Perdidos", cuando llega el ansiado final, yo me vaya de vacaciones. No tengo perdón.
Ahora me debato entre esperar y disfrutarlo a tope y de sopetón a la vuelta (madre mía, dos horas y media de tensión desaforada, no sé si podré esperar...) o llamar a alguien desde las entrañas del desierto sobornando algún tuareg para que me haga de antena parabólica con una patata sobre el turbante, para que me lo cuente con pelos y señales. Total, cuando regrese, lo voy a disfrutar igual... o más.
Os extrañará, esto que digo. A la mayoría de la gente, basta que les destripen el final de un libro o una peli para que renuncien a leerlo o verla. Yo en eso, soy un poquito rara. En cuanto decido que voy a darle una oportunidad a un libro, voy y me leo el último capítulo, no lo puedo remediar. Y tras hacerlo, vuelvo a la carga y me sumerjo en la historia con más intensidad si cabe. Luego también está el asuntillo ese de leerme los periódicos del final al principio, pero ya digo, cosas mías. Las sobrellevo con bastante dignidad.
El caso es que cuando la peli "LOS OTROS" (Amenabar, ven a por mi, te sigo esperando, soy tu prota ideal aunque aún tú no lo sabes) estaba tan en boga, logré sobornar a una amiga con un plato de fabada asturiana, para que me contase el final. Ella se resisitió, no creáis y los ocho que estaban sentados a la mesa, huyeron para no oirla, sin explicarse cómo podía yo ser tan necia. Pues se lo sonsaqué. Y no sabéis cómo disfruté del desenvolvimiento del guión, apreciando detalles que de otro modo se me habrían escapado, encajando las piezas aun antes de conocer su forma.
¿No habéis dicho nunca eso de... tendré que verla otra vez, con ese final, seguro que se me han escapado montones de cosas? Jejeje, pues yo lo hago por anticipado. Ese morbillo grondoloso del saber qué va a pasar e ir averiguando cómo, no me lo quita nadie. Aunque me critiquen.
Por cierto, no os entretengáis en buscar la palabra "grondoloso" en el diccionario. Acabo de inventármela, sobre la marcha.

Besitos!!!

martes, 11 de mayo de 2010

¿DEMASIADO CORRER?

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR. Eso decía Antonio Machado y por usada que esté, la cita no deja de ser cierta. Nos movemos en un mundo de metas, de objetivos, donde nadie presta atención al camino, ni se entretiene en disfrutar las pequeñas cosas que surgen en nuestro alcance del fin. Lo que ocurre, claro está, es que si la meta no se logra, no hemos aprendido nada. Es como una carrera inútil, nos quedamos vacíos de contenido y de significado y llega la temible FRUSTRACIÓN.
Hoy día los libros duran un mes en las erstanterías. Si no se venden, se retiran. Las películas de cine, unas semanas en cartelera. Series de TV que han costado un dineral y de las que la productora tiene disponibles de trece a veinte capítulos, se retiran de la parrilla tras emitir un par de ellos. La excusa incomprensible, que no alcanzaron el límite requerido de audiencia.
Pero ¿cómo va a alcanzarlo, alma de cántaro, si nadie llegó a enterarse de que había serie nueva? si el televidente moderno necesita un GPS y un periscopio para orientarse entre las incesantes mareas de nuevos programas que se suceden a vertiginosa velocidad... Ya no hay clásicos. Nos hemos cargado los clásicos. El éxito de una canción dura lo que un chupachús en la puerta de un colegio porque enseguida está otra empujando detrás, en la cola. No conviene que nada dure demasiado, no nos encariñemos. Se glorifica lo vago, lo efímero. De otro modo no se explica que Lady Gaga esté en un tris de arrebatarle el título de "reina del pop" a Madonna. Apenas un año de meteórica carrera contra casi 20 de éxitos consolidados. Cielos... hay sitio para todos, así debería ser.
Y seguimos corriendo, corriendo, perdiendo el resuello, lenguas fuera, pulsos acelerados, caras sudorosas. Corremos por vivir, por acumular chismes inútiles, por estar al tanto de las tendencias (que por cierto, cambian más que la legislación fiscal). Nada perdura. Los ordenadores se quedan antiguos a los seis meses de comprarlos y la gente te mira con conmiseración si no llevas en el bolsillo el último aullido de teléfono móvil.
En fin... qué desgracia, digo yo, el no saber tomarse unos minutos de reflexión y ver qué pasa alrededor. En mi aventura personal, donde las metas se resisten, he aprendido a saborear cada pequeño logro, meditar a dónde me conduce, porque puede ser que mi sino y yo, vayamos en direcciones divergentes. Y sobre todo, lo que me gusta, me gusta y lo mantengo: mis viejas canciones, mis películas clásicas, mis amigos de toda la vida. Hay sitio para lo nuevo, queda sitio de sobra, señores...no se me arremolinen!!

viernes, 7 de mayo de 2010

A VER CÓMO NOS LO COMEMOS

A veces, sólo a veces, la contradicciones son simpáticas. Vaya que no están mal, que nos hacen gracia y si me apuras, hasta pueden resultar ingeniosas. Otras, la mayoría, sacan de quicio a cualquiera con dos dedos de frente y un mínimo de seriedad. Me refiero sin ir más lejos al hecho de que Sandra Bullock haya sido destinataria este año, con veinticuatro horas de diferencia, del RAZZIE o premio a la peor actriz por su película "Loca Obsesión" y del OSCAR a la mejor actriz por su papel en "The Blind Side". La verdad, no sé cómo comérmelo.
A ver... sacando conclusiones podemos decir que un actor no es ni bueno ni malo, que todo depende de la película (entorno) en que decida moverse y del personaje que le adjudiquen. Que conforme a estas dos variables tan simples, una puede ser simultáneamente la mejor y la peor actriz del año y quedarse tan pancha. Da miedito, ¿no?
Otro razonamiento posible sería que los que dan los Oscars están pallá y no se enteran, que va a ser verdad que están tongados y que de cuando en cuando se dejan caer con un premio "sorpresivo" como este, porque de todos es sabio que Sandra trabaja en comedia romántica y que jamás de los jamases entregan un Oscar a un personaje que no sea dramático y lacrimógeno, de esos que te ponen los pelos como escarpias.
La tercera consecuencia es que Hollywood está acabada: dicho de otro modo, que los Oscars ya no premian el talento cinematográfico, la capacidad de un actor para emocionarnos, no. Premian lo chocante, lo que les asegurará un par de primeras páginas en el mundillo rosa. Si eres guapa a rabiar pero te pones prótesis para una película, te afeas, engordas o no te depilas, te dan instantáneamente un Oscar. Si en toda tu vida has hecho un papel mínimamente serio, no te apures: apenas lo intentes (aunque el resultado sea una birria), te ganas el Oscar para la repisa de la chimenea, que dicen que queda muy mono. Si te ganas los cuartos de actriz marginal, también tendrás tu oportunidad. Eso sí: menos ser actor de verdad, de esos que te arrastran dentro de la historia y te forman una bola en la garganta, cualquier cosa. En fin, ellos no lo necesitan. Al fin y al cabo... son talentosos!!

 
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