miércoles, 2 de junio de 2010

LOS IRREPETIBLES DE ABU-SIMBEL











Cuarenta y muchos grados a la sombra, un sol cegador, desértico desierto por todas partes y las puñeteras botas que elegí como mejor recurso, haciendo de las suyas. He escalado, serpenteado, gateado por los pasadizos y las galerías de templos y piramides. He sentido la energía flotando difusa alrededor, percibido sentimientos de las almas que sufrieron entre aquellas paredes y que aún permanecen. He visto cosas inexplicables, jeroglíficos de helicópteros, aviones y astronautas (ojo, no un dibujo que recordase a o se pareciese a, no. Verdaderos aparatos voladores diseñados tal y como los conocemos a día de hoy), cámaras que parecen ascensores y cuyo objeto no se explica y piezas del período predinástico que parecen trozos del motor de un cohete. He comido arroz cocido y té con menta hasta reventar y he pasado por camarote, hotel y hostal.
Pero lo mejor de todo, han sido mis compañeros de aventuras. Egipto me encanta, me pirra, me hipnotiza. Visitarlo siempre será un reto y el mayor placer. Sin embargo, esas quince personas que han hecho con su sonrisa la incomodidad más llevadera, con sus chistes los madrugones menos malos y con su elevado sentido del ser, más comprensibles los misterios, merecen mención aparte. Seguramente vuelva, en otro momento de mi vida, en otra época del año (por Diooooo qué calooooo), con otros compañeros. Pero a estos irrepetibles, como a los intocables de Elliot Ness, los llevaré en mi corazón mientras viva: el enorme Goyo, enorme en toda la extensión de la palabra, el callado y sabio Iván, Viki, la inocencia hecha mujer, la pimientilla Manoli, Jose Luis el tenor chistoso, la dulce Sviti, Eduardo la reencarnación del rey Escorpión con esa túnica..., Pilar e Isidro o el encanto de la naturalidad, oléis a campo. Al sapientísimo Gabriel, el hombre enciclopedia. A la elegante Elisabeth, a la adorable Concha, entrañable la cojas por donde la cojas. A la sacerdotisa Luisa (perdón Surek), que se adentra en los pormenores de una nueva etapa... Al jovial Jose Luis II, el hombre montaña (por su recia fortaleza) y al pequeño Víctor que tanto me ha recordado lo que más quiero y dejé en casa.








A todos vosotros, los IRREPETIBLES de Abu-Simbel y de los mil templos donde nos hemos dejado las sandalias, gracias.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Un viaggio stupendo con una persona stupenda:-)
Sorpresa sorpresa, i commenti funzionano di nuevo!

 
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