domingo, 27 de abril de 2014

Reseña de "Mili... ¡Milagro!" (Sylvia Martín)



Dos cosas me ha dejado la generosa lectura de esta novela:



La primera, como podéis imaginar ya con solo oír el título, un canasto de horas de entretenimiento y diversión. La segunda, la satisfacción de comprobar el buen estado de salud del chick-lit español, un subgénero de la novela romántica que hasta hace poco tenía poca o ninguna representante dentro del panorama nacional, y que con el tiempo, perseverancia y productos de calidad como el que nos ocupa, va abriéndose paso con una dignidad que mueve montañas.

La novela de Sylvia Martín nos presenta a una protagonista entrañable y tan real y cercana, que enseguida empatizas con ella. El microcosmos donde se desenvuelve su mundo, el de muchas de nosotras: nuestra oficina. Y con ello, la galería de personajes que nos resultan familiares (aunque no por ello menos odiados): el exigente jefe, la pelandrusca, la envidiosa y la amiga fiel. En este caso, la relativa armonía y paz de esta editorial fundamentalmente femenina, se verá alterada (y en qué medida) por la incorporación de un nuevo empleado, Daniel, clon perfecto del chico del anuncio de Coca-Cola, causa obvia de un revuelo entre las gallinas del corral. Daniel, único hombre entre mujeres, es la nota discordante que quebrará el precario equilibrio de lo que Mili creía amistad verdadera. Y es que nada como dejar caer un buen mozo entre un grupo de féminas, para que se revelen pronto y bien, los verdaderos afectos y los falsos.

Hay mucha hipócrita suelta por ahí.

Todas se enamoran, claro. Pero solo Mili, por exigencias del trabajo, tendrá a mano a Daniel y la oportunidad de conocerlo más a fondo. Terrible ventaja, dicho sea de paso, ya que no solo está bueno, sino que además, ES bueno y ante tal panorama, nuestra protagonista no puede más que arrojarse de cabeza al pozo del sufrimiento y la desesperación, ya que si las reglas universales se cumplen, el guapo se irá con una guapa, y ella no pasará de ser su amiga y confidente.

El libro está escrito con soltura y buen humor, se hace ameno y agradable. Las continuas reflexiones de Mili nos adentran en el mundo de la psicología femenina tan propia del chick-lit, y tan útil, porque estos libros no solo entretienen sino que te invitan a la reflexión (no es obligatoria, solo si te apetece) como valor añadido.

¿Conseguiremos hacer del chick-lit castizo (como desde hace años me gusta llamarlo) un digno oponente al laureado británico? No cabe duda, que talentos, tenemos.

"Mili... ¡Milagro!" es, en definitiva, una novela recomendable y con moraleja en su final: si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas.

¿A alguien le suena?

Hasta la próxima, corazones :)


martes, 1 de abril de 2014

CRECED Y MULTIPLICAOS...



Lo que son las cosas. Tengo un compromiso con vosotr@s, prometí que mi próxima entrada relataría la fantástica experiencia del B´Radic en Barcelona, y se me acumula el trabajo. Correcciones, apuntes de nuevas ideas que me sobresaltan, proyectos, 40ñeras la serie, reuniones a cascoporro y viajes de promoción se adueñan de mi tiempo con una efectividad envidiable. Total, que con lo que queda, una hace lo que puede, y si resulta que en el impasse se cuela una noticia cuanto menos curiosa, de esas que te llevan a la reflexión, no puedo por menos que dedicarle unas letrillas.

El asunto arranca de un problemón. El que hayan sido inteligentes y hayan sabido envolverlo en humor, no lo hace menos grave. Europa envejece a pasos agigantados. Nuestra población se hunde en los profundos pozos de unas generaciones ya inactivas, pero que han trabajado duro (y más que duro) toda su vida y se merecen lo mejor: descansar tranquilos y gozar de todos los provilegios y cuidados que su delicada salud precise.

El caso es que para mantener a esas clases pasivas (llamémosles jubilados), es necesario que una clase "activa" y trabajadora levante el país gracias al bien conocido método de la producción. Pero los europeos no están demasiado interesados en ser padres. Y si se deciden a hacerlo, apenas quieren oír hablar de las familias numerosas. Muy atrás quedan esas proles de más de diez miembros que consumían medio ultramarinos cada navidad. No descubro nada nuevo, lo sé, Europa se queda sin niños y por ende, sin clase trabajadora que sustente a los que ya trabajaron.

Mirad este vídeo. 

https://www.youtube.com/watch?v=vrO3TfJc9Qw

¿Qué está pasando? La preocupante situación danesa puede, sin problema, extrapolarse a otros países en idéntica condición. Y aunque la agencia de viaje productora del animado video-consejo se lo haya tomado a broma, lo cierto es, que pensando en los gobiernos y sus medidas desesperadas para fomentar el índice de natalidad, me pregunto cómo es que nadie ha pensado en plantear en serio un estudio sociológico que averigüe, de una vez por todas, qué impulsa a los jóvenes a limitarse en la procreación.

- ¿Problemas económicos?
- ¿Son las interminables jornadas laborales que no nos dejan tiempo que dedicar a nuestros niños, de modo que la decisión de "no tenerlos" pasaría por un acto de responsabilidad consciente?
- ¿Es egoísmo? ¿Lo que ganamos lo queremos para nosotros solos y para nadie más? 
- ¿Estamos resentidos con nuestros padres y no queremos repetir sus mismos errores? 
-¿Se requieren escuelas de padres?
-¿Por qué no las crean?
-¿No soportamos a los críos? ¿Nos estamos volviendo unos histéricos mala gente? 

Creo que la respuesta a alguna/s de estas cuestiones son tan importantes, podrían, por sí mismas, dar un vuelco tan determinante a la realidad social de un país desarrollado, que alguien en su sano juicio debería preguntarse qué está pasando en lugar de incentivar la toma irreflexiva de decisiones tan drásticas como ser o no padres, con la promesa de pañales gratis o una paguita estatal hasta que el rorro cumpla los dieciocho.

A mí me importa.  A mí me gustaría saberlo. ¿Soy la única que se hace esas preguntas?

Hasta la próxima, corazones.



 
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