viernes, 25 de octubre de 2013

PA LO QUE HEMOS QUEDAO...



Haciendo zapping el otro día, el hombre del tiempo (al que por lo visto pluriemplean y exprimen por el mismo irrisorio sueldo) me sorprende diciendo lo siguiente:

“Y hoy es lunes y como todos los lunes, se estrena un nuevo capítulo de la serie Águila Roja. Cuatro millones de espectadores... (blablabla)”

Fue el vocablo “ESTRENAR” lo que quedó en mi cerebro, colgado como una mosca que no encuentra la ventana de escape, mareándome con su runrun insistente. ¿Estrenar? ¿Estreno? Pues, sí, corazones, ahora en la tele se estrena. Porque a las 24:00 horas del mismo día, el capítulo (o programa) en cuestión ya está colgado en internet al alcance de cualquiera, lo que no deja de ser una inmejorable noticia: ¡se acabó la tiranía de los horarios y calendarios! ¡Se terminó el no poder salir a cenar o alargar las cervezas de después del trabajo con los compañeros porque te pierdes el comienzo de tu serie favorita! ¡Finiquitada la tensión de estar atado a una silla para complacer a los medidores de audiencia!
¡¡Internet nos hace libres!! 
Que está muy bien, vaya. Que se estrena en el correspondiente canal para dotarlo de pátina y caché, y luego lo tienes a disposición en la web de la cadena, con solo pinchar.



Algo parecido ocurre, me dije, en las librerías. Ya comenté hace siglos en este mismo blog (creo que la entrada se llamaba “La vida media de un libro”) que las librerías van viendo reducido su papel a “expositores o escaparate de novedades”; allí pasan los libros con suerte sus primeros tres meses, transcurridos los cuales, salvo que hayan saltado a la estratosfera de la fama y se les mantenga in situ, tienes que pescarlos con encargo, internet y mucha fortuna.

Bueno. No es el lugar ni el día para quejarme, las cosas cambian, el mundo es así. Avanza, a veces no en la dirección que quisiéramos, ni en la que nos parece más justa o acertada, pero de este modo funciona. 

Ahora bien, la pregunta del millón es: con lo que cuesta una producción audiovisual (creedme, sé de lo que hablo) ¿bastan las ganancias de ese primer gran estreno para sobrevivir? Evidentemente no. Por eso pasó lo que pasó con el capítulo de lanzamiento de “El tiempo entre costuras” cuando los sufridos telespectadores que no pudieron aferrarse al sofá en la fecha y hora fijada, accedieron más tarde a la web de Antena3 dispuestos a disfrutar de la azarosa vida de Sira... 

¡¡Les pidieron 0,72 € por la visualización!!

Se armó la de San Quintín.

Convencida estoy de que nadie se quejaba por el precio. 72 céntimos de euro no sacan a nadie de pobre. La gente se quejaba por la sorpresa que les produjo el reclamo de un desembolso en algo que generalmente se presume GRATIS.
Pero claro, es que rodar un solo capítulo de una serie como esa debe rondar los 600.000 eurazos y supongo que me quedo corta. ¿Cómo podríamos arreglárnoslas? Queremos seguir viendo cine, buenas series, queremos disfrutar con nuestras pantallas. Rodar cuesta dinero (muuuucho dinero) y ya no hay subvenciones disponibles.
¿Qué solución tiene esto?

Desde luego, no plantar un precio así, por sorpresa y a las bravas, que solo consigue cabrear al personal. Nos cabreamos porque no nos han educado. Nos enfadamos porque nadie en este país se ha molestado en explicarnos que los contenidos audiovisuales tienen un precio y que colaborando un poquito entre todos, conseguiremos que la magia de los rodajes no desaparezcan.

Si algo aprendí de los escandinavos es su exquisita regularización de las cosas, sin abrumar. Allí, ya hace casi 8 años, los particulares pagaban una especie de abono mensual, no superior a 8 € que les daba acceso a una videoteca prácticamente ilimitada, ordenada por géneros, distinguiendo cine de series TV... Y nada de anticuallas, novedades. Todo cómodamente, desde tu casa, dentro de la más absoluta legalidad. Por eso siguen rodando. Y creciendo. Y triunfando (no hay más que recordar que Millenium, una serie escrita y rodada para TV llegó a las pantallas de cine de todo el mundo). 
¿No podríamos inspirarnos en algo así en lugar de permitir que el pirateo se convierta en el pan de cada día y que nuestros adolescentes lleven grabado en el ADN internet=gratuidad?





En fin, debe ser que estoy espesa porque el cielo anda nublado, no se me ocurre, de momento, nada más que despotricar contra una panda de cretinos que encima mandan y nos llevan derechitos al barranco. Espero vuestras sugerencias.

Besos y hasta muy pronto.


 
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