jueves, 18 de agosto de 2011

Y A TI, ¿CÓMO TE HAN PUESTO?


Barajo unas dudas… Llevo semanas pensando si lo que Victoria Adams (alias VickyBeckham) ha dado a luz ha sido una criatura o un comercio de lavadoras. Porque claro… si te pones a pensar… Harper Seven suena a cadena de tiendas de electrodomésticos. ¿O exagero? ¿Se ha parado a pensar esa mujer en las consecuencias que acarreará tal denominación para su niñita? Como si no tuvieran suficiente los bebés de los famosos con las crudas vidas que les tocan en suerte (paparazzis metiéndote la alcachofa por las narices, aglomeraciones terroríficas a la salida de cualquier parte, focos de luz de esos de los interrogatorios policiales directos al ojo, fotos de tu culito en la playa, pseudo-averiguaciones respecto a con quién te han de emparejar… Un estrés, vaya), ahora van sus padres y se inventan unos nombres de aúpa para sus retoños. Oído al parche:

La hija de Gwyneth Paltrow se llama Apple (sí, lo que oís, manzana. Con dos… cajones).

El de Nicolas Cage se llama Kal-El, el nombre de nacimiento de Superman en Krypton, su planeta natal. No habría otro a mano… o será fan del personaje, vete tú a saber, pero el que pringa es el chiquillo.

El desgraciado hijito de Jason Lee se llama… ¡atención!: Pilot Inspektor. ¡Arrrrrfffff! Creo que el niño aún no es consciente.

Las hijas de Bob Geldof, Pixie, Fifi y Peaches. Sin palabras. ¿No os recuerdan a Pixie y Dixie?

Vamos a ver… luego los critican. Pero ¿cómo van a salir normales los chicos con esos nombres? Yo me pregunto si cuando uno hace una peli, o saca una canción medio decente y te la ponen 3 veces en los Cuarenta Principales, ya desde ese momento, tu agente de publicidad te incrusta en el cráneo la obligatoriedad de volverte excéntrico para llamar la atención y salir en la prensa. ¿Habrá modos y maneras de hacer el ridículo? No tienes por qué amargarle la vida a la carne de tu carne, sangre de tu sangre, porque lo del nombrecito lo llevará colgado en la chepa por los siglos de los siglos y contra eso no hay antídoto. Leches.

¿Crees que por ponerle “Manzana” a tu pobre hija te garantizas más planas en las revistas rosa? Pues te equivocas, lista. Saldrás una vez, exactamente las mismas que si le pusieras Sara o Raquel o Laura; sólo que la gente se descojonará un buen rato en el primer caso y en el segundo, si están preñados, igual te copian el nombre.

Un consejo, famosillos de medio pelo: cuando os den el alta tras el paritorio, pillaros el santoral español. Tiene unos nombres que son un primor. Y si aspiráis a marginar a vuestros niños encontraréis mucho donde elegir con tranquilidad de espíritu, porque son nombres cristianos.

jueves, 11 de agosto de 2011

EL BINOMIO... ¿MÁGICO?


Y no me refiero al socorrido método de buscar inspiración cuando las musas se han marchado de veraneo. Me refiero a la pareja, últimamente tan de moda, televisión-libro y viceversa. A ver… ¿Por qué a casi todos los presentadores de TV les da por escribir un libro? De lo que sea, lo importante es parirlo. ¿Y por qué tienen todos tantísimo éxito y se colocan enseguida en las “fiables” listas de los top ventas?

a) Son buenísimos sin excepción. Lástima que unos escritores tan requetetalentosos estuviesen marchitándose delante de una cámara, mañana tras mañana, cotilleando sobre los famosos y recolectando insultos. Deberían haberse despedido hace tiempo.

b) Se ha descubierto una nueva y potente forma de marketing donde la cara conocida del escritor es lo decisivo, sin importar demasiado si el libro vale o no. Igual es intragable pero si lo ha escrito PepitoPérez… ¡Me lo compro!

Todo esto me planteé a raíz de que una amiga escritora y reseñadora a la que tengo en gran estima y de cuyo criterio me fío a ojo cerrado, se cogiera un rebote de mil pares de narices, después de leer el último de un/a conocido/a presentador/a. Nooooo, no hablo del negro de Ana Rosa, en eso me detendré un segundo después. El librito en cuestión, era a todas luces, un horror sin argumento ni coherencia, mal escrito, mal planteado, con señuelos al lector para que pique y siga leyendo pensando en una posible intriga que luego ni existe ni se desenvuelve… en fin. Creo que ya os habréis hecho una idea sin necesidad de meter y retorcer más el dedo en la llaga, que ya huele. Pero… hete aquí que la novelilla en cuestión ha ido directa, propulsada cual zeppelín a las listas de los archirecomendados. El más vendido, el más bueno, bonito, barato, el más mejor; el libro indispensable del año. ¡Ay, señor! ¡Qué ganas tengo de jubilarme!

Veo esto, lo contemplo en las estanterías de los top ten, esos cielos inalcanzables donde nunca se posicionarán las obras de los desconocidos por fabulosas que puedan ser, y se me caen dos lagrimones del tamaño de dos membrillos. No es justo. Se engaña al lector y sobre todo, se engaña al comprador de libros. Porque no todo el que paga por una obra literaria piensa leerla: se calcula que más del 35% de los libros que se venden van destinados a regalo y claro, allá va el ingenuo consumidor, se planta en la librería (que como ya son grandes almacenes en su mayoría, y no los libreros de antaño, amantes aficionados de los libros que se habían leído casi todo lo que tenían en la tienda y eran capaces de recomendarte el libro perfecto para tu amiga deprimida…), pregunta con cándida inocencia y el dependiente (que por cierto muchas veces odia leer y su salario mínimo le escuece), lo redirige a “los más vendidos”. El consumidor paga religiosamente sin rechistar y cree hacer feliz al destinatario del obsequio porque le lleva el libro de moda. Punto y fin de la historia. Triste, ¿eh?

Pues eso. Si sales en la tele y te conocen, no lo dudes: escribe cualquier chapuza que la vas a vender como churros, te lo digo yo. Que el/la artífice del gruño al que me refería antes, está tan contento/a con los money-resultados que ya le ha metido mano al siguiente. Dios nos pille confesados.

Y hablando de engaños, no puedo despedirme sin dedicarle un epitafio a aquel cuya identidad desconozco, pero que conocedor de la realidad de esto que os cuento, tuvo la feliz ocurrencia de “alquilar” el nombre de Ana Rosa Quintana y poner a la venta un libro escrito por él pero firmado por ella. Si no lo llegan a acusar de plagio porque se entretuvo en copiar literalmente páginas de otro libro ya publicado, no habríamos desvelado jamás el burdo engañabobos.

Desde luego, nos toman el pelo como quieren. Hay muchos clubs de lectura, foros de comentarios, internet bulle con escritores por todos lados y reseñas muy serias y fiables, que podrán orientarles antes de hacer un desembolso en libros; que no están las cosas para dispendios.

jueves, 4 de agosto de 2011

LA ¿¿PLAGA?? DEL E-BOOK


Echaré mano de una frase que no es mía, para comenzar. Pertenece a mi adorada J.K. Rowlling ya que me confieso HarryPottermaníaca a todos los niveles: “El temor a un nombre no hace sino incrementar el poder de lo nombrado”. Se referían a Voldemort, claro, el malo malote de la saga y aquí en el mundo editorial parece estar ocurriendo otro tanto cuando algún osado valiente cita… ¡¡al e-book!!
Ay, madre, qué susto da. Y de algún modo es comprensible. Puedo imaginar las caras de pavor de los fabricantes de hielo allá por aquellos años en que empezaron a comercializarse los primeros frigoríficos, viendo sus florecientes negocios hundirse sin remedio. El futuro, el progreso, ese tanque blindado que todo lo pisa y lo arrasa y que no muestra compasión por nadie, por mucho capitalito que haya invertido el damnificado en montarse su negocio.
El libro electrónico es limpio, rápido, no pesa, cruza el charco en un plis (dicho sea de paso, confieso que se me abren las carnes cuando nuestros amigos lectores de Latinoamérica se quejan, y con razón, de que muchos títulos jamás llegarán a sus manos), barato, no precisa estantería ni ocupa sitio físico (y eso es bueno tanto para los lectores como para los libreros) y pasa de distribuidores. ¿Son todo ventajas? Noooooo. Es frío, desangelado, no se puede regalar… (¿O sí? Hay gente pa to… Y no me refiero al e-reader, léase cacharro para leer el texto, sino al texto en sí. ¿Tú lo regalarías? Un poco cutre, ¿no?), no tiene encanto, no huele (a gloria, añadiría yo, que todavía hundo las narices entre las páginas), los colores de sus portadas no te saldrán al encuentro y no podrás nunca, pero nunca, nunca, acariciarle la cubierta.
Así pues, vemos que hay pros y contras como en casi todo en esta vida. Lo que hay es que saberlo introducir. Leía hace un rato un interesante debate en el blog de Lorenzo Silva http://lorenzo-silva.blogspot.com/2011/07/estilo.html acerca del pirateo de los libros y realmente, es difícil tomar partido. Yo escribo, como muchos; y necesito comer, como todos. Y si mis libros se leen gratis, algún día, desafortunadamente, tendré que dejar de escribir, porque no dispondré de tiempo. Pero por otro lado, es imposible pedirle al público que pague una indecencia por un libro electrónico, cuando con ese dinero, cogen un carro, a su familia y se van al Carrefour a hacer la compra de cuatro días. ¿Están las editoriales ayudando a introducir la cultura del e-book desde un plano de respeto por el autor? Mucho me temo que no. Están, en su mayoría, fomentando el pirateo, dados los increíbles precios que por ahí se barajan. ¿Y sabéis lo que pasará? Que cuando se imponga la cultura del “leer gratis”, será prácticamente imposible abolirla. En EEUU, los e-books cuestan entre 1,99 y 8 $. En España, entre 13 y 18 €.
Sin comentarios.
¿Que en nuestro país no hay mercado para el e-book? Bueno, eso se verá con el tiempo, no somos los más rápidos, siempre llevamos un retrasillo considerable respecto a otros países, pero eso no implica que no lleguemos, sólo demuestra que nos disipamos mirando el sol. Ahora bien, nadie en su sano juicio invertirá en un e-reader ni buscará comprar e-books, mientras los precios sigan por esa vereda impracticable.
¿Asumimos que vienen y nos posicionamos de forma inteligente y honesta, defendiendo el respeto al autor, a sus derechos y a la falta de capacidad económica del lector medio español? ¿O jugamos al juego del avestruz, escondemos la cabeza y hacemos como que ni sabemos de qué va el rollo a ver si ignorándolo, pasa de largo y salta directamente de Portugal a Francia?
Ustedes dirán. Un abrazote 

 
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