Vamos corriendo a todas partes. Vivimos acelerados. Triste consecuencia de tanta prisa son los valiosos minutos que se escurren de entre los dedos. Nos derrumbamos exhaustos al final del día, incapaces de pasar lista al rosario de actividades desarrolladas a toda velocidad entre el desayuno y el sándwich del almuerzo; no hemos merendado y no quedan energías para hacernos la tortilla de la cena. Estoooo… ¿merece la pena?
Porque ese tremendo sinvivir lo arrastramos al resto de nuestras parcelas vitales. Los padres a sus hijos. Y los empresarios, a sus negocios. ¿Y cómo iban a librarse los libros si cuando la soga se quiebra siempre lo hace por la parte más débil? Eufemismos aparte, España no es que sea el país donde más se lee precisamente, de ahí que si algo estrepitosamente se desmorona, no tarda en alcanzarnos a los que nos dedicamos al noble oficio de juntar palabras. La pregunta que lanzo al aire es:
¿Cuál es la vida media de un libro?
Yo os lo digo: unos 3 meses.
A alguno le parecerá una barbaridad, vemos los mismos libros en las estanterías y escaparates de las librerías mucho más tiempo del que acabo de señalar, años, diréis; cierto, pero es que no me refiero a los fenómenos que de repente se convierten en best-seller, ni a aquellos por los que su editorial apuesta en serio dedicándole todo un lanzamiento cuidadosamente planificado a distintos niveles; hablo de la desgraciada media, de la vida comercial, de la oportunidad que por lo general se le otorga a un libro.
El proceso se inicia cuando tu distribuidora te presenta en sociedad, como “novedad”. Esa etiqueta, en el supuesto de que entres por el ojo y te soliciten (decisión en la que entran en juego todo tipo de prejuicios, desde renombre de la editorial, últimos fiascos, valor del autor, etc…), te concede el beneficio de la duda entre dos y tres meses durante los cuales, en el mejor de los casos, estarás “a la vista”.
No te hagas muchas ilusiones, estar a la vista no significa estantería de los más vendidos, ni siquiera de los recomendados; tampoco te garantiza un escaparate. Todo lo más, una mesa, un lugarcillo lejos de los rincones donde tu preciosa portada luce llamativa y feliz cual cría pequeña. Y en esos 3 someros meses, las ventas han debido moverse. De lo contrario, te arrinconarán allí donde eres difícil de ver y los lectores no podrán sentir el mordisco del amor a primera vista porque no se toparán contigo salvo que acudan a la librería bien pertrechados de datos y pidan la obra en cuestión, por propia iniciativa.
Hay pues, que aprovechar ese tiempo al máximo, buscando promocionar el libro de la mejor manera posible. Si trabajáis con una editorial grande, no participaréis seguramente en el proyecto debido a que ellos ya tienen su propio y previo sistema y cada vez que NO veas tu libro en el lugar que le correspondería, se te retorcerán los higadillos. Si tu editorial es pequeña y tienes la oportunidad de charlar con el editor, hacerle propuestas, encamínalas allí donde te sientas más a gusto. Si disfrutas recitando, organiza recitales, meriendas con lecturas de trozos de tu novela, léela en la radio. Si no te encuentras bien delante de una cámara, si te cuesta hablar en público, limita estos actos que no harán sino perjudicarte. Trabaja en lo que te provoque entusiasmo porque irradiarás una energía especial que podrá palparse y transmitirás a los que te acompañan, tu fe en tu obra, tu entrega al crearla, el sentimiento que atesora entre sus páginas.
No te ofusques como se ofuscan algunos al ver su libro desaparecer de la mesa de “novedades”. Por simples cuestiones de espacio, nuestras librerías están convirtiéndose (es una generalización, desde luego) en muestrarios de novedades que nos enseñan lo recién publicado para que tomes nota, hagas tu lista de deseos y luego vayas y lo pidas. No tardes mucho, si las ventas no se activan, muchos impacientes devolverán el libro al distribuidor sin haber abierto más de una caja y con el tiempo, si el fenómeno se repite, hasta es posible que lo descataloguen.
Es posible que la forma clásica de vender libros empiece a quedarse caduca y tengamos que reinventarla. ¿No os parece?
6 comentarios:
El futuro está en internet y, por duro que parezca lo que voy a decir, los libros en papel y las librerías de toda la vida, tienen los días contados :(
Es lo que me temo, compañero. No veo a mucha gente interesado en crear un "buen puente" entre las dos opciones. Si eso ocurre será una verdadera lástima.
Un beso campeón. Sigo esperando tu noticiaaaaa (ya no me me quedan uñas :))
Si internet se impone sobre el libro tradicional... mucho me temo que se dejará de escribir. En una sociedad como la nuestra, nadie da duros por pesetas. O sea que quien y quien menos quiere que su obra le aporte algún beneficio. Esto internet no te lo va a proporcionar, puesto que en cuatro dias tu obra va a estar pirateada y al alcance de todos. Entonces... ¿quién se va a molestar en escribir?
Eso es muy verdad. Para evitarlo, abogo por una política del libro electrónica, que ponga las obras al alcance de los lectores a un precio adecuado y que no incite al pirateo. ¿Has leído la entrada "La ¿plaga? del e-book" en este mismo blog?
Un saludo, compañero y gracias por comentar :))
Es triste que sea así... que en España no le demos el valor que se merece la lectura, la cultura en general. Que aquí solo interese dar dinero a los programas basura de la televisión, porque realmente es lo que predomina...
Yo soy de las que le han dado oportunidad al ebook, pero como un buen libro en las manos no hay nada, el pasar las hojas, el olerlo cuando es nuevo... Que pena que las cosas funcionen como lo hacen. Así que muchísima suerte a los que escribís, porque espero que sigáis compartiendo con nosotros vuestras obras de arte. un beso
Hablas en plan distribuidora, nena, tú sabes que se puede reflotar un título con promo o con la lotería de que alguien compre los derechos para TV o cine. Creo que verlo así es seguir el juego a esa venta tradicional que vemos caduca. Sobre los consejos no digo ni mú, donde hay patrón no manda marinero, pero no todas somos la Roman con ese desparpajo y porte ante la cámara.
Miro a américa, la latina claro, para ir y volver triunfante como Mónica Naranjo. Escribir en España es penar, que dijo aquel.
Un beso, rubia.
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